En la subida nos íbamos encontrando con un montón de valientes de todas las edades, desde chavales de 10-15 años hasta los 60 como mínimo. Por el camino me encontré con un ciclista español al que no pude reprimir la tentación de animar. Más tarde, me lo encontraría nuevamente descansando al final de la subida.
Una vez arriba nos encontramos con la típica estación de esquí, por cierto, con muchos Km esquiables. Al rato de estar arriba, empezamos a ver en el horizonte rayos seguidos de truenos y decidimos comenzar a bajar para intentar evitar la tormenta, pero no hubo suerte, nada más empezar la bajada, nos llovió con intensidad durante unos minutos, mojándonos un poco y obligándonos a tomar muchas precauciones en la bajada debido al asfalto mojado y la curvas de 180º. Una vez abajo, dejó de llover y ya no lo haría en el resto del día.
Los siguientes puertos de montaña a subir eran el Col de la Croix de Fer y el Col de Glandon, ambos altos separados por 1 Km. Subiendo nos encontramos con una enorme presa que nos deparaba un paisaje impresionante, tanto por la forma en la que estaba hecha la presa como en el lago que formaba la misma.
Una vez llegamos al col de la croix de fer, una parada para admirar el paisaje con parte de los Alpes al fondo.
Después reanudamos la marcha para bajar por el Col de Glandon, con una pendiente exagerada, como se puede apreciar en las fotos.
Finalmente y para rematar esta maravillosa jornada, llegamos a Chamonix donde nos encontramos justo debajo del Mont Blanc, con su glaciar acechando el pueblo como se puede apreciar en las imágenes.
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